A lxs pintorxs les quiero hablar: a los hombres y a las mujeres que en esta tierra eligen pintar o morir, no a quienes les interesan los comentarios sobre su obra más que su búsqueda estética, no a lxs que trabajan sin reflexionar sobre la esencia de su materia. Tierra de pintorxs para la foto es ésta, de actores construyendo y vendiendo un papel: ellxs son todo lo que dicen combatir, y con ellxs no pinta mi pincel. Quiero conversar con lxs otrxs, con lxs que dibujan cada día, como un rezo, ofrendándole dibujos al arte; con lxs que se desviven por hacer una pintura en la que se pueda creer y no sea cartón pintado.
Sí, el comienzo de estas palabras es un parafraseo de El tamaño de mi esperanza. ¿Y qué? Leamos a Borges, pintorxs. A Onetti, Miguel Hernández, Saer, Cardenal, Pizarnik, Cortázar, Blas de Otero, Martí, Rulfo, Donoso, Huidobro, Vallejo, Neruda. Lean a otrxs, lean, pero no a cualquiera. Miremos antes de tomar el pincel, pintorxs. Miremos la luz sobre la vida, moldeándola, transfigurándola; miremos con algo más que nuestros ojos. Pero aprendamos a mirar, aceptemos que no se sabe, que nunca se podrá saber, aprendamos a mirar como un ciego. Busquémonos, pintorxs. No nos conformemos con el aplauso fácil ni con los flashes seductores ni con haber hecho algo bueno, desvivámonos buscándonos en nuestra pintura hasta que la obra sea arte.